more geometrico II

«[…] Así que, si bien razón de las altas cosas y cuenta

nos toca tener, de cómo de luna y de sol las carreras

se cumplen y cada cosa por fuerza cuál en la tierra

regidas están, ante todo es bien que con fina agudeza

cómo y de qué ánimo y ánima están compuestos se vea,

y qué es lo que o bien despiertos al alma se nos presenta

tocados de enfermedad o que en sueño hundidos la aterra,

al punto que ver a aquéllos y oír al pie nos parezca

que ya pasada la muerte sus huesos tiene la tierra.

(…)Estas tinieblas pués y terror del alma no rayos

de sol se requieren o bastan del día lúcidos dardos,

sino visión y razón de las cosas a disiparlos.

Principio a lo cual, de aquí tomaremos nuestra partida,

que nada se engendra de nada jamás por fuerza divina.

Que a bien que así es que temor a las gentes todas domina

porque pasar muchas cosas en tierra y cielo las miran

de cuya obra las causas razón ninguna los guía

a verlas, y así, que por genio divino se hacen estiman.

Ante lo cual, de que visto se haya que nada podría

de nada surgir, ya derecho de ahí lo que es nuestra pesquisa

veremos de claro y de qué puede ser cada cosa nacida

y de qué modo sin falta suceden de obra divina.»

Lucrecio, De la realidad ( De rerum natura), versión rítmica del acutísimo Agustín García Calvo, ed. Lucina, 1997.

more geometrico

«[…] La filosofía del placer parte de un hecho elemental. Toda existencia intenta permanecer en su ser. La existencia humana, proyectada en múltiples direcciones, también se orienta, en el fondo, por esa innata estructura de persistencia y duración. Nadie atenta, en principio, contra su propio ser. Pero si, al mismo tiempo, esa persistencia en el ser ofrece una posibilidad de confirmación en el delicado mecanismo del gozo, nadie puede tampoco negarlo ni destruir su «lenguaje», porque sería también destruir la vida. Por ello, en este recorrido que Epicuro hace por los «hechos fundamentales» llega a la «simplificación» del hedonismo. «Rebosa mi cuerpo de dulzura viviendo a pan y agua, y escupo sobre esos placeres del lujo, no por ellos mismos, sino por las complicaciones que llevan consigo». Se trata, en efecto, de los «hechos», de las «palabras elementales». Su placer no es el placer innecesario, que pervierte y deteriora el equilibrio y la armonía, que sustenta, también fundamentalmente, toda realidad, sino que es condición para seguir manteniendo esa fluencia del ser, que es la vida, y esa confirmación de su verdad, que es el gozo del cuerpo y sus sentidos.

El pan y el agua, realidades para la pervivencia individual, son metáforas para la solidaridad colectiva. No es posible la vida social, sin esa esencial distribución del placer, del placer de lo necesario. Detrás de la modesta expresión que reduce toda la teoría hedonista a ese «pan y agua» del fragmento, late la fuerza y la exigencia revolucionaria de la necesidad. Nada es posible, ni la cultura, ni la ética, ni la educación, si no se lucha antes por la política de lo necesario, por la política de la vida.»

Emilio Lledó, El epicureísmo, pág. 112, ed. Taurus, 1984.

Shibboleth

«[…] En estas condiciones, ¿cómo leer a Spinoza?

(…) la definición de un método de lectura para comprender el sistema plantea la cuestión de una elección arbitraria de las reglas y se enfrenta con la objeción escéptica del criterio del criterio. Para escapar a una regresión al infinito, basta con adentrarnos en la vía abierta por Spinoza en el párrafo 27 del Tratado de la reforma del entendimiento: el buen método no precede al conocimiento, procede de él; no es anterior, sino interior a él. Dicho de otro modo, el método de lectura se desprende de y a partir de la lectura, de manera que las reglas son dadas por Spinoza mismo. Para encontrarlo, hay que seguir entonces el primer precepto que Spinoza ofrece explícitamente a su lector a lo largo de toda su correspondencia. Cada carta que dirige a sus amigos comienza con la máxima «Caute» (Sé prudente) que le servía de sello y de lema. Ahora bien, ¿qué es un lema sino una orden, una regla que engloba a todas las otras y resume por su precisión y su concisión el pensamiento de un autor? Es por eso que conviene primero elucidar la significación filosófica real de este instrumento privilegiado que abre las puertas del sistema.»

Chantal Jacquet, Introducción a Spinoza o la prudencia, ed. Tinta Limón, 2008, págs. 13-14.

Beatitudo

(para poder comenzar a pensar qué tipo de posicionamientos ético-políticos propicia la obra de Rosi Braidotti, para abrir su lectura: aprender a vivir desde aquí, desde la puesta en obra de este fragmento)

«[…] ¿Qué es el plano de inmanencia? Una vida … Nadie mejor que Dickens para haber contado lo que es una vida teniendo el artículo indefinido como índice de lo trascendental. Un canalla, un sujeto despreciado por todos es restituido, arrancado de la muerte; y sucede que los que lo curan y lo cuidan manifiestan una especie de solicitud, de respeto, de amor por el menor signo de vida del moribundo. Todos se ocupan de salvarlo hasta el punto en que desde lo más profundo de su coma el hombre siente algo dulce que lo penetra. Pero a medida que vuelve a la vida, la dulzura se hace más fría y encuentra toda su grosería, su maldad. Entre su vida y su muerte hay un momento que no es otro que el de una vida que juega con la muerte. La vida del individuo ha cedido el paso a una vida impersonal y sin embargo singular que desprende un puro acontecimiento liberado de los accidentes de la vida interior y exterior, es decir, de la subjetividad o de la objetividad de lo que acontece. «Homo Tantum» frente al cual todo el mundo sentía compasión y que llegó a una especie de beatitud. Es una «hecceidad» que no corresponde a la individuación sino a la singularización: vida de pura inmanencia neutra, más allá del bien y del mal porque sólo el sujeto que la encarnaba en medio de las cosas la hacía buena o mala. La vida de tal individualidad se borra en provecho de una vida singular, inmanente a un hombre que ya no tiene nombre, aun cuando no se confunde con ningún otro. Esencia singular, una vida …

No se debería contener una vida en el simple momento en que la vida individual enfrenta la muerte universal. Una vida está en todas partes, en todos los momentos que atraviesa tal o cual sujeto viviente y que se miden por tales o cuales objetos vividos. Una vida inmanente lleva acontecimientos o singularidades que no hacen sino actualizarse en los sujetos y los objetos. Esta vida indefinida no tiene en sí misma momentos (aun cuando los momentos le son muy próximos). Ella sólo tiene entre-tiempos, entre-momentos. Tal vida no aparece ni se sucede sino que presenta la inmensidad del tiempo vacío en donde vemos el acontecimiento por venir y ya pasado en el absoluto de una conciencia inmediata.»

Gilles Deleuze, «La inmanencia: una vida…», Revista Philosophie, nº47, 1995, trad. Consuelo Pabón

Las malas hierbas


[…] Y aprendí, señores. Ay, se aprende cuando se tiene que
aprender; se aprende cuando se busca una escapatoria; se

aprende sin contemplaciones. Se vigila uno a sí mismo con el
látigo; se desgarra uno a sí mismo ante la mínima

resistencia.”


Un informe para una academia (Kafka;2015:167)

[…] os daré lo que me pedís, y lo que no me pedís no os lo

daré, pero no dejaré de escribirlo, porque una se cansa de
que no la entiendan, una se cansa de que quieran quemarla y

legítimamente desea que ese tormento acabe, pero de lo que

no se cansa una es de pensar el mundo, de contárselo y de
intentar no ser tonta.”

Introducción a Teresa de Jesús (Morales; 2020:20)



I. Introducción.

[…] escribo porque no sé aún qué pensar acerca de un te-

ma que despierta mi interés. Al hacerlo, el libro me trans-

forma, cambia lo que pienso.
(…) Cuando escribo, lo hago sobre todo para cambiarme
a mí mismo y no pensar más lo mismo que antes.”

Conversaciones con Foucault (Trombadori; 2010:42)

«Il aimait à citer ce mot de Renan: “On ne doit jamais écrire

que de ce qu’on aime””Marcel Bataillon1


[…] mapa, y no calco. Hacer el mapa y no el calco. (….) Si el

mapa se opone al calco es precisamente porque está

totalmente orientado hacia una experimentación que

actúa sobre lo real. El mapa no reproduce un inconsciente

cerrado sobre sí mismo, lo construye. Contribuye a la

conexión de los campos, al desbloqueo de los cuerpos sin

órganos, a su máxima apertura en un plan de consistencia.

Forma parte del rizoma. El mapa es abierto, conectable en

todas sus dimensiones, desmontable, alterable, susceptible

de recibir constantemente modificaciones. Puede ser roto,

alterado, adaptarse a distintos montajes, iniciado por un

individuo, un grupo, una formación social. Puede dibujarse en

una pared, concebirse como una obra de arte, construirse como

una acción política o como una meditación.”

Introducción: Rizoma (Deleuze; 2008:17-18)

Una doble cautela previa: la primera, relativa a la forma de este texto, del cual podría decirse, parafraseando el título de un célebre cuadro de R. Magritte, “esto no es un informe”; tal vez, una tentativa de mapa, un esbozo de ruta por una constelación de temas y problemas en los arrabales de la cuestión propuesta, a saber, la relación entre la agonía del sujeto moderno, el poder y la diferencia.


La segunda, relativa a qué se entiende bajo la etiqueta cultural “Foucault”, cómo abordar la lectura de su obra dada la multiplicidad de estratos que la componen -y de la que aún quedan por publicar más de setenta y dos mil páginas de diarios y cuadernos, con lo que es previsible que su recepción sufra importantes cambios en el futuro próximo- y cómo utilizarla, manteniendo la esperanza de, al menos, ser fiel al gesto que la inspira2.

En el presente texto se abordan, de manera necesariamente preliminar, algunas de las posibles relaciones entre la agonía del sujeto moderno, el poder, la diferencia y las prácticas de resistencia. Para ello, se contextualiza primero la quiebra de la noción de sujeto moderno y se intentan rastrear algunos de sus posibles antecedentes para después tratar de aportar siquiera un vislumbre de la relación entre poder, modos de subjetivación, prácticas políticas de resistencia y la cuestión de la diferencia. El cierre, también necesariamente provisional, abre una serie de posibles indagaciones ulteriores relativas a lo abordado en el presente texto y señala alguno de los posibles problemas o discusiones que el tema tratado pudiera suscitar.

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