more geometrico

«[…] La filosofía del placer parte de un hecho elemental. Toda existencia intenta permanecer en su ser. La existencia humana, proyectada en múltiples direcciones, también se orienta, en el fondo, por esa innata estructura de persistencia y duración. Nadie atenta, en principio, contra su propio ser. Pero si, al mismo tiempo, esa persistencia en el ser ofrece una posibilidad de confirmación en el delicado mecanismo del gozo, nadie puede tampoco negarlo ni destruir su «lenguaje», porque sería también destruir la vida. Por ello, en este recorrido que Epicuro hace por los «hechos fundamentales» llega a la «simplificación» del hedonismo. «Rebosa mi cuerpo de dulzura viviendo a pan y agua, y escupo sobre esos placeres del lujo, no por ellos mismos, sino por las complicaciones que llevan consigo». Se trata, en efecto, de los «hechos», de las «palabras elementales». Su placer no es el placer innecesario, que pervierte y deteriora el equilibrio y la armonía, que sustenta, también fundamentalmente, toda realidad, sino que es condición para seguir manteniendo esa fluencia del ser, que es la vida, y esa confirmación de su verdad, que es el gozo del cuerpo y sus sentidos.

El pan y el agua, realidades para la pervivencia individual, son metáforas para la solidaridad colectiva. No es posible la vida social, sin esa esencial distribución del placer, del placer de lo necesario. Detrás de la modesta expresión que reduce toda la teoría hedonista a ese «pan y agua» del fragmento, late la fuerza y la exigencia revolucionaria de la necesidad. Nada es posible, ni la cultura, ni la ética, ni la educación, si no se lucha antes por la política de lo necesario, por la política de la vida.»

Emilio Lledó, El epicureísmo, pág. 112, ed. Taurus, 1984.

Deja un comentario